lunes, 23 de agosto de 2010

¿Facilismo e incoherencias? Aproximaciones disgregadas a un artículo de Jaime Bayly


El fin de semana pasado asistí al CONELIT -Congreso Nacional e Internacional de Estudiantes de Literatura- de este año. Hubieron ponencias muy rescatables a las que no asistí y otras, también buenas, en las que estuve en primera fila. Aunque hubo un tema específico este año, a saber, literatura iberoamericana, los temas cruzaron la frontera y se discutió de todo, como es solencia, además, en todo coloquio o conversatorio. Hubieron dos talleres el sábado por la mañana, recuerdo, que, simultáneamente se desarrollaban:

Taller 1 (Auditorio Principal). La Amazonia (re)visitada: La invención de la
Amazonia y el sujeto indígena amazónico en la literatura de Perú y Brasil. Por Cinthya
Torres (Harvard University)

Taller 2 (Sala de Autor). Elementos para abordar un estudio de la Literatura de viajes:
Viajeros y pasajeros, la travesía de Antonio Raimondi. Por Eduardo Lino (Universidad Antonio Ruiz de Montoya)

Me incliné hacia el taller 1 por su temática amazónica a propósito de las inclinaciones de las fonetistas que imparten las cátedras de fonética en la Universidad, a saber, una inclinación hacia las amazónicas lenguas, léase, asháninka. Por cierto, más que un taller parecía una mesa redonda –estuvimos alrededor de 11 en la mesa y unos veinte como público–, donde se discutió sobre temas la literatura amazónica, naturalmente, matizada con Dante, Vargas Llosa –concretamente El Hablador (1987)–, los sujetos hegemónico y subalterno según Euclides da Cunha y el siempre divertido y sabio Sangama.

Yo, por mi parte, entre tanto literato y artista plástico, propuse una divertida analogía entre lo que proponían Da Cunha y Vargas Llosa. A saber, así como los lingüistas y etólogos de El Hablador vargaslloseano querían alfabetizar a los monolingües machiguengas, a su vez Da Cunha planteaba que la mejor forma de, digamos, civilizar a la selva, a esa jungla dantesca, era la de occidentalizarla. Ahora bien, ¿no es acaso el mismo planteamiento lo que escribió el escribidor en 1987 con lo que acuñara Da Cunha en el decimonónico? Naturalmente, Cinthya, tan conocedora del tema ella, desenvolvió, con desenvoltura mucha, mi idea.

Eso el sábado por la mañana.

A las pocas horas, en la tarde, bien comido y altivo, regreso al CONELIT. Se desarrollaron un par de ponencias sobre: alteridad, el sujeto subalterno, indígenas, niños shipibo-conibo, el sujeto hegemónico, estudios literarios, teoría literaria. Estos últimos, tópicos que fueron abordados a modo de conversatorio, intitulado a esta guisa: ¿Hacia dónde vamos con los estudios literarios en Perú y Latinoamérica? Participaron unas estudiantes de literatura de Perú y Chile, un profesor sanmarquino –Javier Morales– y Meco. El profesor Morales brilló por su magnífica disertación a propósito de que los jóvenes estudiantes leen muy poco o casi nada de crítica literaria y, si así lo hacen, leen solamente a los 3 clásicos paradigmáticos del medio: Ángel Rama, Antonio Cándido y Antonio Cornejo Polar. Este último fue uno de mis soportes para una monografía que he presentado recientemente. Menciono esto porque Meco mencionó que hay un duro debate sobre la vigencia de este autor.

Y, para cerrar como Dios manda el congreso, Claudia Salazar de New York University, habló sobre Isabel Allende. ¿Isabel Allende? Sí, la misma. Su ponencia se tituló ¿Quién escucha a Isabel Allende? Circuitos de la autorepresentación dentro y fuera de la Cuidad Letrada. Amalgamar a Allende y a la Cuidad Letrada suena un disparate, como bien lo dijo la propia Salazar. Sabemos que Allende es una escritora de masas excluida de la Cuidad Letrada, que no es sino una metáfora de la alta literatura –Ángel Rama dixit–. Entonces, ¿qué hay detrás de esto?

Don Jaime Bayly, que aparte de ser figura mediática y virtual candidato a la casa de Pizarro, es, la mayor parte del tiempo, un deicida, quiero decir, un escritor. No tiene convicción política ni erección ficticia, dice. Es bisexual y sexualmente malo, farfulla, cada vez que puede, desde las ventanas menores y palmas, compañeros, ¿no ven que Jaimito está haciendo el chiste de la noche?

Ah, hablar Jaimito o Jimmy, como es llamado en los altos círculos, es hacerlo en broma ya que nunca sabemos, mientras funge de comediante, si es que está diciendo o no la verdad. Ha sido desmentido por su novia, por su novio y por su mujer en la televisión peruana y de alrededores, pero, lo sabemos, a las palabras se las lleva el viento y pero no así a lo escrito bajo largas jornadas en la laptop de turno.

Según Isaiah Berlín, existen dos tipos de escritores: los zorros y los erizos. Estos últimos se diferencias de los primeros por el enroscamiento que sufren en su obra, es decir, no explorar temas nuevos sino se quedan en un solo punto, como el espiral de muerte de Final X, verbigracia, a contra parte de sus similares los zorros. De una apreciación similar es nuestro laureado escribidor arriba mencionado, para peruanizar el asunto.
En esta línea, Baylys –alter ego baylyano del collage de artículos que es El canalla sentimental (2008)– es un escritor erizo, un escritor sumido en el espiral de muerte de Spira –mundo ficcional de el juego ya mencionado–. Y, al igual que Allende, es un escritor excluido de la Cuidad Letrada. Sin embargo, siguiendo la lectura de Claudia Salazar y añadiendo al autor nacional del que trato, tanto Allende como aquel lo saben y, no contentos con eso, naturalmente, construyen un doble discurso. Por un lado se hacen ver como ingenuas víctimas de la alta literatura, denostan su propia obra y se dicen ingenuos ya que ingenua es la manera cómo se presentan al colectivo, además...

Todas estas divagaciones, que no hacen sino crear zozobra porque son meras aproximaciones, hasta ahora un tanto incoherentes, ya que pertenecen a un trabajo mayor que iré deselvonviendo, desde hoy, sobre don Bayly, son a raíz de su última columna que publicó hace, si no fuera por estos escasos minutos, una semana, a saber, el lunes 16 de agosto de este año. En esta columna titulada Maldito spinning que, curiosamente, no está en la página oficial del diario, pero sí en una cuenta de facebook pro Bayly. El escritor en cuestión nos cuenta que, como está gordo, Sandrita, digo, Sofía, su mujer, le dice que le acompañe a una clase de spinning ya que, si vas a ser candidato, tienes que estar flaco. Te conviene bajar unos kilitos, gordi. Te estás poniendo como Alan. El escritor, entre otras cosas, relata cómo sufre en toda la clase y termina el relato aduciendo que lo escribe parado debido a que tiene las posaderas muy irritadas. Todo está bien hasta ahí. Sabido es que Bayly es un escritor autobiográfico y que este episodio probablemente ha pasado, pero hay un pequeño detalle que los baylófilos, que son muchos, no se han percatado, sospecho, y acaso sospecho bien.

En el 2001, después del triunfo presidencial de Alejandro Toledo y algo frustrado, Jaime Bayly publicó El francotirador. Este texto que, no es una novela ni mucho menos un libro de cuentos, es una crónica de campaña, como bien lo hiciera el propio y amiguísimo, por ese entonces, de Bayly, Álvaro Vargas Llosa, allá por los noventa con su crónica de campaña “El diablo en campaña” a propósito del fallido intento de su papi por hacerse del poder. Con una publicación tan fidedigna como lo es ciertamente esta crónica, es imposible que alguien dude y diga que acá Bayly incurre en ficción, ergo, tal libro está dividido ora por crónicas políticas, ora por crónicas personales, de las cuales, de estas últimas, hay solo 4.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver este libro con el artículo que publicó, hace una semana, el autor de La noche es virgen? Ah, tiene que ver que, al parecer, Jaime ha caído en un facilismo literario. ¡Ha publicado en el periódico, ligeramente cambiado más bien adaptado a las circunstancias actuales, una crónica que había aparecido casi nueve años atrás! a saber: Mi primera clase de spinning. Como decía Odría hechos y no palabras, a ver, pues, más imágenes y menos perorata:


 

lunes, 16 de agosto de 2010

Reflexiones a propósito de la muerte o el estado puro del sueño eterno

Todos o los más, alguna vez, nos convertiremos en padres de familia. Ora por una necedad biológica, digo, necesidad biológica, ora por una mutua, mancomunada decisión de pareja. 

Ahora bien, con esta responsabilidad a cuestas, sea cual fuere el modo, electivo o impuesto, las recientes noticias que tengo noticia no pueden ser más que chocantes: una niña de tan solo 3 años de su edad fue brutalmente abaleada y para colmo y remate, la bala le destruyó la médula espinal, imposibilitándola a posteriori a caminar, a valerse por sí misma, a ser ella misma de nuevo. Ha quedado, la infausta niña, inocente a todas luces, en un estado lindante con el vegetal. Se ha quedado, pues, cuadripléjica y condenada a vivir con un respirador artificial de por vida.

Hace poco más de una semana, una semana y un día, en realidad; un asaltante, drogado –dijo, cuando fue capturado, a diversos periodistas– disparó, sin darse cuenta, al azar, más bien aturdido –alegó después– contra una niña de tan solo 3 años. ¿El móvil? Robar. Este asaltante, que enmascara su nombre real que es José Luis Astahuamán Estaico con el de “Papita”, por su semejanza palmaria con dicho tubérculo, opera bajo la modalidad criminal de “marcas”. A saber, inescrupulosos que pululan, subrepticios, por centros (bancos, casas de cambio) donde se realizan fuertes retiros de dineros, compra titánica de dólares, etc., para luego, en un descampado o en la vía expresa de turno o sabe Dios dónde –usualmente en lugares con poca sombra policial y nulo socorro–, sorprender a sus víctimas, con varios carrasos –robados, naturalmente– y pistola en mano, que aligera el trámite, y encapuchados, además, para poder hacerse de un desmerecido botín.

“Papita”, que en prisión será papilla, por esa ley de la selva, digo, de la reja, que, en cierta medida, es como la selva, “Papita”, escribía, se encargaba del amedrentamiento, mientras sus amigos, presurosos y encapuchados forcejeaban con la doña y el don de turno.

El asalto transcurría con la normalidad de los de siempre, como los muchos que hacen, casi a diario o cuando hay buenas “carnadas”. Ergo, algo pasaba ese domingo de mañana, sí, porque estos señores estaban “trabajando” temprano, como Dios manda, oiga usted. La doña solo les había entregado un fajo de billetes que, juntos, sumaban la módica suma de 2 dólares. Ellos querían más, además, pensó el rufián parecido al tubérculo nacional, en la angurria que es tan normal en todo criminal, todo este teatro cuesta y 2 palos no son suficientes. Ni a “Papita” ni a sus compinches "El Gordo" Pedro, "Filo" o Martín, les parecía esto normal ya que con pistola en mano, amedrentando de la forma como hacían y con una inocente niña a bordo y expuesta a cualquier cosa, esta pareja no soltara todo pues, compadre; eso sí que no, o, ¿quieren que quememos a la niñita? Habrían preguntado estos forajidos. En eso, el mal presagio se acrecentó, se oían un mucho de balas perdidas. ¡La policía! –Chilló uno–. ¡Sí, la tombería! –Confirmó otro–.

Un disparo seco, con silenciador y todo, retumbó en el carro asaltado, tomado. Romina, la pequeña niña de 3 años que viajaba con sus abuelos, rumbo a un circo de moda en Chorrillos, se había desplomado, ante la mirada atónita de la doña, su abuela.
Lo que sigue es de dominio público y ya lo dije, además, líneas arriba: la niña quedó cuadripléjica de por vida.

A propósito de esta terrible noticia, la semana pasada, a los pocos días, Keiko Fujimori, tan polémica ella –polémica no solo porque veía, con aprobación, al parecer, cómo su papi torturaba a su mami en Palacio sino porque estudió en el extranjero ¡y en Harvard todavía! Gracias a todos los peruanos y a la habilidad rateril de su papi y su amigo de siempre, Gladys Echaiz dixit–; la señora Fujimori, pues, propuso algo que ella sabe y bien que es improcedente, polémico, cortihumeante –neologismo que presento, hombre, no sean tan malos y úsenlo– y acaso fútil: la pena de muerte. A esta guisa, a los dos días nomás, don Lucho Castañeda, tan hablantín él, con verbo fluido, avala tal descabellada propuesta.

Por otro lado, o por el mismo, quizá, señores como el abogado Víctor García Toma, profesor de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega y ex profesor de mi antigua alma mater, la Villarreal, y, en sus ratos libres, cómo no, Ministro de Justicia, se opone a dicha medida y opina que carece de pragmatismo. Asimismo, el señor Ernesto de la Jara, que, quizá, sea más conocido por el extenso artículo que publicó a propósito de los motices abusos lexicográficos que propaga Aldito Mariátegui a diario desde su trinchera que es el periódico de los Agois, Correo, naturalmente; De la Jara, decía, sostiene que la pena de muerte no acaba con la delincuencia, como reza, como título, en una entrevista que publicó ayer La República sino que lo que se debe hacer es reformar las gollorías penitenciarias y las cárceles.

Es con este caso, el de Romina, que es realmente conmovedor, la clase política –dice César Hildebrandt en su hebdomadario Hildebrandt en sus treceguarnecida por policías y blindajes, dice estar preocupada. Recién ahora algunos se dan cuenta de que estamos camino del Medellín de los 80, de la cuidad de Juárez del siglo XXI. Asimismo, nos dice que estamos en una guerra tan o cuasi tan cruenta con lo fue en los ochentas de Sendero. Esta es la guerra –escribe– de quienes están fuera de la ley porque, en el fondo, creen que todos estamos fuera de la ley. Y que haya banqueros ladrones, congresistas sinvergüenzas, ministros que roban, evasores de cuello y corbata, señorones del abuso, no hace sino contribuir a este clima de barbarie generalizada. El crimen no se puede combatir sino teniendo autoridad moral –sentencia–. A propósito de esto de la autoridad moral, mientras citaba a Hildebrandt recordé a mi brillante profesor de Introducción a la filosofía del ciclo pasado. Hablaba sobre los paradigmas de la moral, recuerdo, citaba a Gusti, a Aristóteles, a Kant ¡a Kant! Es archisabido que Kant era uno de los filósofos más abnegados y puntuales que existieron… Quizá muy apegado a eso de la filosofía como modo de vida que otro profesor de filosofía –Fernando Muñoz– impulsa fervientemente en las aulas sanmarquinas.

Con toda esta suerte de digresión poliquera y moral, que no son sino meras noticias locales, me pregunto, ¿por qué podemos decidir quién debe o no morir? ¿Quiénes somos para que a través de un conjunto de leyes decidamos que, por ejemplo, “Papita” deba morir y no Romina? No me entiendan mal, no. Yo no apoyo ni abalo lo que hizo este deleznable hombre, lo que no encuentro coherente es tal prepotencia esta de que podemos decidir quién debe morir. Romina en el estado en el que se encuentra merece, pues, la eutanasia. No tengo noticias si la familia o la propia Romina estarían de acuerdo a este respecto. Ergo, esta posibilidad, la de la legalización de la eutanasia, a nadie se le ocurre, nadie la menciona. Ora porque, pienso, es un tema incómodo no solo para nuestra sociedad pacata está tan sumida en un oscurantismo –religioso– padre, ora porque se vería raro acaso extrambótico que alguien diga, con palabras sutiles o duras cosas como: Pobre niña, en qué estado está, lo mejor es que ya no esté entre nosotros.

Seamos sinceros y no hipocritones, como los muchos que hay, ¿no es acaso mejor que Romina o cualquier otra persona que esté sufriendo de una enfermedad impostada, adquirida o genética y que, además, sea incurable, muera por más doloroso, más bien despiadado, que esto suene? ¿No nos haría más humanos acaso legalizar la eutanasia en vez de imponer la inútil pena de muerte? ¿Por qué condicionamos la muerte de algunos? ¿No es la muerte acaso liberadora, aunque suene paradójico, dadora de vida, no es el estado puro del sueño eterno? ¿Por qué imponer que algunos nazcan cuando sus padres así no lo desean o que otros no puedan morir cuando lo necesitan? Sé que este tema es sumamente controversial y que hiere susceptibilidades, pero, ¿hasta cuándo estaremos sumados en el oscurantismo? ¿Por qué tanta hipocresía?

lunes, 9 de agosto de 2010

El comienzo de un deicidio contestatario

He sido censurado en mi cuenta de Youtube, hace unos meses, por subir unos vídeos que grabé en el concierto de Versailles, el primero, que se llevó a cabo en mi cuidad. Debo reconocer que en el concierto nos dijeron que no se podía grabar absolutamente nada, sin embargo, tomé varias fotos y grabé, lo que pude, hasta que no ora los guardias, ora los organizadores, me pillaran y me dijeran que, pues, dejara de grabar no de muy buen talante. 

Cuando esto ocurrió, la censura, me sentí tan pequeño que decidí no hacer una contrademanda, que es válida en Youtube. Sabía, y bien, que esta poderosa y malqueriente empresa denunciante, Japan Wave Perú –ellos no tildan Perú pero yo sí, naturalmente por no solo respeto a mi país sino por una cuestión idiomática, que, sospecho ellos conocen parcialmente, si es que eso no es decir mucho–, tiene buenas conexiones y todas las condiciones, además, de ganar ya que se escudarían en esa estupidez de que estaba prohibida la toma de fotos o grabar, quizá con razón, ergo, me pregunto, ¿es el vídeo que yo grabé, de soslayo, ilegalmente, con tecnología mía, suyo o mío? Una pregunta provocadora con un mucho de vacíos legales de por medio, que, por lo demás, no es el tema al que ataño con este primer –infausto– post.

Pues bien, luego de un súmmum de advertencias un tanto coercitivas, más bien admonitorias, de los lamebotas y correveidiles de turno, esos que siempre están ahí cuando no hace falta, limpiando, aún más, el piso para que la patronal que los desprecia pase y su megalomanía crezca colosalmente, como siempre, me censuraron, a los pocos días de subidos, los vídeos. Las demandantes “oficiales”, al final, no fueron los lamebotas, no, sino Japan Wave Perú y la nipona 株式会社デラクロア Derakuroa, Inc o Delacroix, en buen cristiano, ¿tendrá, esta empresa, algo que ver con el homónimo pintor francés? Sospecho que no mucho–.


Meses después, hoy en la madrugada, cuando quería publicar un par de artículos que recientemente he escrito a propósito de los escritores, la censura (pero la verdadera, la literaria) en mi blog, caigo con la sorpresa de que estaba censurado, ¿la razón? Ah, pues, porque mi blog había sido creado con el mismo correo electrónico con el creé mi cuenta de Youtube, cybernated, ah, qué profético ahora lo veo, mi cuenta logró ser absorbida por la internet. Y con eso que la enormísima Google quiere monopolizarlo todo…

Con este testimonio, es como comienzo este, mi nuevo blog: "profanado". Con título ligeramente cambiado, Idílicos deicidios intelectuales, en vez de Deicidio intelectual. Un título un tanto más romanticón por lo demás, empero, como las apariencias engañan… 

En esta lid, elegí como url "profanado" en una clara reminiscencia al anterior, profanismo, neologismo, sospecho, de mi autoría. Ya que, en buena cuenta, mis cuentas han sido profanadas por la patronal, por el sistema (Google). No deja de ser irónico que, sin embargo, dé un testimonio así bajo un dominio de Google. Una prueba flagrante de que tan estúpidas pueden ser las empresas y de los muchos vacíos legales que existen, ya que, sigo siendo el mismo, aunque con cuenta censurada, el mismo en esencia, aunque con diferente accidente –el blog–, diría Aristóteles.

Fan meeting del concierto de Versailles, 11 de junio, Lima, Perú.