lunes, 1 de noviembre de 2010

Lo feo y el Otakufest

Se ha realizado la tercera entrega del Otakufest en Lima. ¿Y qué tiene eso de trascendental además y todavía? Nada, ciertamente. Este año, empero, –y, ostensiblemente los dos primeros– se ha hecho una oda desmedida a la fealdad, a lo feo, si acaso a lo ridículo:



Es bueno saber, y ellos lo saben y bien, que lo feo, lo ridículo no es punible.

¿Es que acaso estoy despotricando al cosplay? No, no. Solo despotrico lo ordinario por no decir lo ridículo ni, naturalmente, lo feo.

La basura, como dice Denegri, es adorada por las mayorías, por la prensa talibán y los jóvenes crédulos amén de los poetas de lo cochino. Y no solo es adorada sino que además se hace necesaria, ya que los más se acostumbran a ella. Los más, pues, aman la basura.

Yo, a diferencia de él, no solo no hubiera ido por amor propio sino hubiera quemado esa entrada de cortesía en algún basural cercano. Ah, no, pero si el Otakufest es la fiesta por antonomasia de toda la frikada limeña.

Umberto Eco en Historia de la belleza (2004) y en Historia de la fealdad (2007) nos da aproximaciones a los cánones de belleza y fealdad a lo largo de historia que deben ser entendidos ora por el momento histórico, ora por la estética hegemónica.



Al parecer, pues, los cánones de belleza de los participantes del Otakufest son muy limitados, si acaso existen. Y ha sido visitada por miles de jóvenes. Hombre, algo está mal en el país.

Y, claro, no podían faltar los que no saben escribir, principalmente, tildar:

Quiso escribir, sospecho: “Cristina eres todo para mí. Recuérdame”.

Y, adelantándome al nuevo ensayo vargaslloseano, interrumpido por el Nobel:

 La cultura del espectáculo

Que es como yo entiendo a este tipo de eventos imitadores, por lo demás,  a los que ocurren en el país del norte o el del sol naciente. A mí me gusta el animé, algunos, claro, la música japonesa –principalmente grupos underground o de alta calidad–. No me gusta, en cambio, el pop japonés ni el ridículo. Y como dice Chomsky en sus Las diez estrategias de manipulación mediática: Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto… Eso, añadiría yo, fue el Otakufest de este año.